En estadios, independientemente los unos de los otros, es notable la invasión –aunque está de moda-; pero en el cosmos sapiencial de la vulgar utilización de la filosofía como tal, en bruto; o de la voz filosofía. Pretendo asumir que la utilización de ésta es a modo de justificar en algunos casos sus erradas posturas frente a numerosos escenarios, mientras más carentes de espíritu mejor, para manipular y revestir los discursos de un “verdadero” sentido, imprimiendo un carácter irresponsable a lo que se emite. Ojo y que se pretende educar. Dice la escritura “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces”[1]. La oveja es una animal suave y cariñoso, símbolo de los modales suaves y maneras cautivadoras. En tal sentido, este es el perfil primero de un filósofo, aquel quien con sus modales de manera sutil es capaz de cautivar, puesto que es su modus essendi quien expresa en forma y en materia la seriedad de lo que se emite. El astuto es capaz de imitar y/o revestirse de tal perfil, para como lobo visto como oveja, atrapar desde lo más bajo del espíritu a quienes y cuantos deseen. En consecuencia, observo una necesidad urgente de formación filosófica, y es por ello el titular, la filosofía en nuestros tiempos.
[1] Evangelio de Mateo 7,15. Tomado de
tales situaciones lamentables. No es de extrañar que el pensamiento conceptual no sea un buen recurso para expresar la realidad, de tal manera sucedió en Nietzsche. Pero no todo es lamentar, es derramar una lágrima, es hacer estupidos a los seres frente a panoramas, que son ciertamente una realidad, pero que no todo debe quedar allí en una contemplación y en supuesto desarrollo de la humanidad por la humanidad desde lo sentimental. El humanismo o lo humano va más allá y la concepción filosófica expone no sólo definición de lo humano o del humanismo, sino que presenta referencias de la historia, cuestión ésta, que patentiza el verdadero sentido.
Ontologizar la educación y fundar planteamientos epistemológicos, resultan éstos en suma con el humanismo, bases filosóficas de la educación. Esto entonces, no es escribir, pensar, hablar flatus vocis, como dirían en el siglo XII; son sentidos cada uno de éstos momentos filosóficos que en pretensión arman, corporeizan a un sistema llamado educación.
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