viernes, 29 de junio de 2007

PONENCIA SOBRE LA FILOSOFÍA Y LAS CIENCIAS

Hablar de filosofía es tan exquisitamente contradictorio en la forma de cómo hoy es pretendidamente concebida por el hombre de summa o de escasa cultura; lo que sí es valedero exponer y de forma tajante, es que la usan literal u ornamentalmente a la hora de disertar y por ende otorgarle seriedad al discurso emitido, cuando en sí desconocen su αρχή. En otro orden, cabe desconocer el carácter que signa a la filosofía misma como tal; ello que la filosofía es una Ciencia, magna scientia, ancilla –no como fue vista en un tiempo especial de la historia- siendo que ésta es verdadera sierva. En tal sentido, tenemos aquí a primeras una filosofía en apogeo absoluto con las ciencias. Pero es necesario descifrar aquí: ¿Qué es filosofía? ¿Qué es Ciencia? Y qué implicación tiene la filosofía con las ciencias.

Raemaeyker en Fundamentos de la Filosofía (1969) preliminarmente expone: Se dice que toda filosofía es un saber, pero no todo saber es filosófico, un punto favorable para dar inicio al discernimiento filosófico en razón a las ciencias. Aunque es una cuestión bastante extensa, puesto que la historia y el repensar en materia, amerita ingresarnos al gimnasium sapienti.

La filosofía es considera en definición, como una cosa (res) con variedad de apreciación, de allí que es aceptable la premisa atribuida por el acuñado historicista Wilhelm Dilthey (1833 – 1911) quien asume radicalmente en investigar sobre la gnoseología de las ciencias del espíritu y sobre la psicología, entre otras; asumiendo que la Filosofía es Geist der Zeit, así es citado por Valenzuela (2004) al describir que la Filosofía es movida y definida de acuerdo al Espíritu de los Tiempos. Desde allí que sea poseedora de una gama de apreciaciones en cuestión referida al tiempo y al pneuma que le motoriza. Por otro lado Josef Pieper (1904) conocido por sus obras de interpretación y revalorización del pensamiento medieval en relación con el pensamiento moderno, declara que mientras preguntar “¿Qué es la física?” no es formular una pregunta perteneciente a la Ciencia física o a la ciencia como tal sin una pregunta previa. Preguntar “¿Qué es la Filosofía?” es formular una pregunta filosófica, una pregunta eminentemente filosófica. Así cada sistema filosófico puede valer como una respuesta a la pregunta acerca de lo que se es la filosofía y también acerca de lo que es la actividad filosófica misma representada para la vida humana.

Es propio decir que hablar de filosofía complica las cosas, puesto que aún desconociendo, no sabemos decir nada de ella, y sabiendo sólo podemos decir que es un problema; de allí que la filosofía torna a ser difícil de definir. No es llevarla de la mano a un puro y absoluto relativismo; hay que decir que ella Es, pero el cuento es largo. Lo más cierto es que ésta, ha movido a máquina y aún sigue otorgando movimiento, a los sentidos de la sociedad. Para muestra lo que está sucediendo aquí, y el deseo de que minúsculamente se exhorte sobre lo que significa para la filosofía la ciencia. Pero podemos referirnos a lo etimológico. Sólo decir amigo de la sabiduría, creo que no sería suficiente, pero algunos se conforman con ello. Esto, el conformarse, para la ciencia y mayormente para la filosofía, es vago; es desdibujar el perfil natural del ser pensante que por natura filosofa, aunque Platón exponga, que ello no es así puesto que el vulgo no tiene la capacidad de filosofar y si llega a ella, es por pura ayuda divina, así lo encontramos en La República libro VII, sección VI – VII. Por consiguiente, amigo de la sabiduría, como lo propio al saber. ¿Qué es saber? El saber diríamos, es la totalidad que posee el filósofo, en la medida de lo posible sin tener la conciencia de cada objeto en particular.

Para nosotros el Saber, es un verbo a primeras, referido a la sapiencia y que incide directamente, en señalar una facultad; atributo, virtud para unos, diferencia específica para otros de los demás naturales, es decir, sabio. Para los griegos, sabiduría es vista en una voz particular, ella σοφία,

sabiduría y quien la ejercía o poseía era el σοφος, también considerado por el mismo Aristóteles como τό φιλοσοφος, hombre hábil, diestro, experto, prudente, cuerdo, sabio; cuidado con la denominación del sofista. Es decir un hombre con un carácter particular. Por otro lado tenemos, desde los griegos aquello que Platón utilizó muchísimo para designar lo que estamos tratando de discernir, el επιστήμη, entendida según la traducción como inteligencia, conocimiento, noción, Saber, Ciencia; desde luego el επίσταμαι refiere al saber, haber aprendido, conocedor. Por lo tanto, el hombre que hace filosofía es porque es un filósofo, es decir, un amigo profundo de la sabiduría que se ejercita en el magno de los ejercicios haciendo eco de aquello que es considerado elemento fundamental del alma, es decir, subrayando la inteligencia, además de la memoria como de la voluntad; sin ánimos de entrar a los asuntos éticos. Necesario es detener nuestra atención en la inteligencia. Cosa ésta construida por la acción sapiencial, ella conocer, otorgadora de felicidad de todo racional.

Al hombre hacer filosofía, se desboca en un maravilloso camino, incierto desde luego, pero con la esperanza de conocer cara a cara a aquello que han pretendido relativizar, ésta la verdad. Igual sucedió al hombrecillo que presenta Parménides (540/39) en su περί φυσεως, tratado sobre la naturaleza, quien según Diógenes Laercio fue discípulo de Jenófanes de Colofón y según Teofrasto discípulo de Anaximandro, pero éste no es el caso; la cuestión es que al igual que ese hombre figurado por el hombrecillo de Elea en su poema hesiódico, representa el punto de partida para una nueva manera de filosofar, un modo ejemplar para la filosofía occidental, vasta echar un vistazo al proemio, y aprehender ese viaje del filósofo hasta llegar a la presencia de la Diosa Verdad y aquella exhortación tajante Voy a decírtelo ahora mismo, pero presta atención a mis palabras, las únicas que se ofrecen al pensamiento de entre los caminos que reviste la búsqueda. Aquella que afirma que el Ser es y el No-Ser no es, (…) Frag. II 1-3, éste segundo la llamada opinión.

Desde antiguo la filosofía ha perseguido hacer ciencia, así lo vemos en Platón, cuando es el episteme la otorgante de felicidad, el encuentro con lo bello, aquello denominado como lo bello en sí, lo bueno, lo grato. En el estagirita, lo apreciamos en las primeras líneas de aquella obra que algunos cuestionan, ella la Metafísica en su Libro A., el hombre por naturaleza desea saber, es decir, por hacer exégesis, busca hacer ciencia. Diríamos entonces que ya los hombres de la filosofía en el siglo IV a.C. aludían a ésta desde su griego, con sentido griego, para los griegos. Decayendo esta época pasando por el panorama histórico criticado por muchos como oscurantismo, criticado por dogmático, criticado por la inquisición, entre otros, y llegar al siglo XVI y siguientes, es cuando ya propiamente se nos habla de la apertura por parte de la filosofía del hacer ciencia, eludiendo por entero todo dogma. Vemos desde luego a un Kant y su afán por hacer desde lo trascendente una filosofía de las ciencias, desde el conocimiento mismo. Heidegger y su preocupación por la verdad, y las consideraciones exigentes de la ciencia histórico – filológica, diciendo: quedamos expuestos al reproche de falta de cientificidad; pues la “ciencia” reclama su proceder que inmediatamente se contrapone al aquí seguido y que es caracterizado de la mejor manera posible (conceptos fundamentales).

Los del entendimiento garantizarían la certidumbre y la verdad del conocimiento ordinario, científico y filosófico. De hecho, fue a fin de superar la incertidumbre introducida por empiristas críticos como Hume y de demostrar las condiciones de posibilidad de la experiencia, de los objetos, de la verdad y de la ciencia, que Kant (1724 ‘ 1804) postuló juicios sintéticos a priori, cuyo carácter a priori supuestamente garantizaría su verdad y permitiría que ellos garantizaran a su vez la verdad de los juicios que el sentido común considera "verdaderos", en los dos sentidos kantianos de "verdad": el que respecta a la verdad lógica del juicio y el que respecta a la verdad de la cosa (como contrario a su ser mera apariencia). Dichos conceptos garantizarían la existencia de leyes predecibles de la experiencia y, al ser confrontados con nuestras experiencias y con los conceptos empíricos originados de estas confrontaciones, nos permitirían obtener nuevos conocimientos que no tendrían su origen en la inducción —y que, en consecuencia, no serían por naturaleza dudosos—. Así, pues, para Kant afirmar la existencia de los conceptos a priori significaba afirmar la posibilidad de la ciencia.

Vale subrayar, que el idealista del siglo XVIII, conocido por su criticismo, se interesó suficientemente por cuestiones científicas. Por ejemplo la mecánica de Newton era para Kant, lo mismo que para muchos de sus coetáneos, el modelo de una teoría científica, no sólo por el contenido, sino por el método, cuestión sobre la cual dedicaba exhaustiva atención y estudios. De hecho, trató de buscar el fundamento del conocimiento científico de tipo newtoniano; “la explicación de los primeros principios del conocimiento metafísico”. Ya Xavier Zubiri en su obra Cinco Lecciones de la Filosofía lo presenta a modo de estudio, figurando subrayadamente el carácter metafísico en cuestión donde expone “la filosofía como ciencia del saber de lo trascendente”.

Las ciencias además participan dentro de tales, como de la filosofía misma a ser clasificadas. Ya no es cuestión de lo clásico o medio; es un tema propio de la modernidad, pues solamente apareció al reconocerse lo que se ha llamado “la independencia de las ciencias particulares”, así lo manifiesta F. Mora (2004) a la hora de hablar de las ciencias y sus clasificaciones. Hablar de ciencia, es más que volcarnos a lo griego, es también irnos a lo latino. Entendemos desde allí a la ciencia bajo la denominación scientia, como sustantivo equivalente al saber, aunque Ferrater manifiesta que no es propio asumir tal equivalente puesto que, saberes hay muchos y no todos los saberes están implícitos en el campo de las ciencias; como se saben muchas cosas que nadie osaría presentar como si fuesen enunciados científicos; como exponíamos al inicio Se dice que toda filosofía es un saber, pero no todo saber es filosófico y por consiguiente no todo saber es necesariamente científico. Platón en la República distingue rigurosamente lo que hemos dicho como επιστήμη, entre el saber y la ignorancia donde el punto medio de éstas es el No – Ser de Parménides, es decir la δόξα, puesto que lo que existe es la verdad, razón fundamental del ser filósofo, conciencia de ser del filosofar, por ende del campo científico, otorgar desde su estudio la proximidad a la verdad eludiendo toda opinión.

La clasificación de las ciencias es análoga a la clasificación de saberes y a las subdivisiones de la filosofía frecuentemente discutido por filósofos de todas las eras, específicamente por antiguos y medioevos. En la Modernidad F. Bacon (1561 – 1626) quien propone un nuevo Organon que sustituyera el clásico estudio lógico erigido por el estagirita; es quien propone una clasificación de las ciencias.

1. La establecida por Platón cuando distinguió entre la opinión y el saber propiamente dicho.

2. Aristóteles, Eudemo y otros posteriores al estagirita, dividieron la filosofía en teoría y prácticas y consideraron con frecuencia la lógica como un simple instrumento.

3. En la edad media, fue común la articulación del saber en Teología, filosofía y ciencia, así como la clasificación de los saberes según los diversos tipos de luces. Luces externas e interna; como luz superior e inferior, tal es el caso de San Buenaventura.

4. La más conocida es la establecida por Bacon, clasificándolas según sus facultades: memoria, razón y fantasía. La memoria, quien da origen a la historia la cual se subdivide en Sagrada, Civil y Natural. La Razón, da origen a la ciencia, la cual se subdivide en Teología natural, Ciencias de la naturaleza, y en ciencias del hombre. La ciencias de la Naturaleza se subdividen en Metafísica o estudio de las causas formales y finales; y físicas o estudio de las causas materiales y eficientes. La Ciencias del Hombre se subdividen en Lógica o Ciencias de la Razón, ética o Ciencias de la Voluntad y Ciencias de la Sociedad. La fantasía da origen a la poesía, subdividida según las normas de la poética clásica.

Hobbes (1588 – 1679) empírico inglés, subdivide las ciencias en ciencia de hechos o ciencia histórica y empírica; y ciencia de la razón o científico filosóficas que tienen por objeto la deducción de lo que el entendimiento sienta como verdadero.

En Zubiri filosofía y metafísica coinciden en ese anclaje en la realidad. En este apartado intentaremos una justificación de la propia metafísica, por cuanto en el caso zubiriano se refiere a una disciplina que se separa tajantemente de la metafísica tradicional y hunde sus raíces en otra importante actividad de la razón: la ciencia.

El dualismo platónico que dividía lo real en cosmos noetós (νοητός = Comprensible) y cosmos aisthetós (αἰσθητός = Perceptible u observable por los sentidos) dejaba fuera del ámbito del estudio metafísico a este último, concentrándose exclusivamente en el estudio de las formas puras, en lo noético. La metafísica (ERRONEAMENTE) se entendió como "ultrafísica" en términos zubirianos: se ocupaba únicamente de lo transcendente, de lo que está más allá de lo físico, esto es, de lo inteligible (IRE, 127-128). Es la filosofía como contemplación. La metafísica como ultrafísica se queda en lo formal, en lo eidético, en lo racional. Presupone una falsa teoría de la inteligencia en la que ésta se traduce unilateralmente en logos. Ontológicamente esto tiene su consecuencia más importante en la prioridad otorgada a lo formal-eidético en detrimento de lo sensible-material. Con los medievales la metafísica se entendió como "transfísica", como algo allende lo físico (IRE, 128-129). La metafísica como transfísica separa tajantemente lo transcendental de lo físico y hay que dar un gran salto para acceder de un ámbito a otro. Frente a estas concepciones tan parciales (Y ERRONEAS) de la metafísica debidas a una incorrecta conceptualización de la inteligencia (E INCOMPRESION DE LA FISICA MODERNA), Zubiri afirma que tanto lo real como lo transcendental son formalmente físicos. Es más, no son dos cosas diferentes, sino dos momentos de la misma realidad física. La metafísica como estudio de la dimensión transcendental de las cosas es "lo físico mismo como trans" (IRE, 129), es decir, lo físico en su momento transcendental, pero sin salirnos de lo físico mismo. Es la metafísica como física transcendental que supone una concepción nueva de la inteligencia: la inteligencia que no se sale ni va más allá de lo sensible ("inteligencia sentiente"). Queda claro que para Zubiri, en contra de cualquier tipo de idealismo, "la transcendentalidad es siempre de carácter físico" (RR, 39). La metafísica zubiriana es una metafísica a posteriori, dependiente de la dinamicidad de la marcha científica, y no una metafísica apriorística que pretende medir este mundo físico y dinámico con el canon paradigmático de un ultramundo o transmundo. En este sentido puede decir J. L. Aranguren que "la filosofía primera de Zubiri, a cuya exposición dedicó el curso 1952-53, es, según creo, la más 'sobria' y estructural y la menos 'metafísica' de todas las metafísicas conocidas". La categoría clave de la que parte su filosofía es la realidad, pero entendiendo ésta como forma, como lo real de suyo, no allende la percepción sino en la percepción. Y toda la obra zubiriana no hace sino manifestar la posibilidad de una filosofía acorde con la ciencia contemporánea, esto es, de una metafísica científica por muy contradictorios que al principio puedan parecer esos términos.
No es por tanto, que se pueda religar ciencia y Dios, espiritualidad y religiosidad, sino que se debe depurar y religar. Y es la única solución a una epistemología de la ciencia, de la ética.

Shopenhauer (1788 – 1860) resonante ético y estético; divide las ciencias en puras (comprenden la teoría del principio del Ser y la teoría del principio del conocer) y empíricas (comprenden las teorías de las causas, la teoría de las excitaciones y la teoría de los motivos). Augusto Comté (1798 – 1853), aunque su propósito no fue el de exigir una nueva filosofía o establecer las ciencias sobre nuevas bases, es proceder a una reforma de la Sociedad. Éste erigió una jerarquía de las ciencias de acuerdo con el grado de su positividad, ordenándolas en una serie que comienza con la matemática y sigue con la astronomía, la física, la química, la biología y la sociología, con la filosofía como la ciencia más comprensiva en virtud de la concepción comtiana del filósofo como “el especialista en generalidades”.

Hasta ahora hemos hablado únicamente de la filosofía, la ciencia y su división o concepción a lo largo de la historia y no de las ciencias. Vale decir que, éstas son diversas, digo diversas por manifestar una pluralidad, es decir, sólo dos: Las ciencias de la Naturaleza y las Ciencias del Espíritu o de la cultura. Esto debe, según Ferrater, ser considerado como suficiente para nuestro propósito. Ahora bien, tres respuestas en relación a la Filosofía y las Ciencias, son posibles:

· La ciencia y la filosofía carecen de toda relación.

1. La ciencia progresa y nos informa detalladamente sobre la realidad.

2. La ciencia es un modo de conocer, mientras que la Filosofía es un modo de vivir.

3. La ciencia se refiere al Ser; la Filosofía al Deber Ser o en general, al valor.

4. La ciencia es conocimiento riguroso; la filosofía concepción del mundo expresable mediante la religión y el arte.

5. La ciencia es conocimiento limitado; la filosofía es conocimiento ilimitado.

6. La ciencia opera mediante observación; la filosofía mediante intuición.

· Las ciencias y la filosofía están tan íntimamente relacionadas entre sí que, de hecho, son la misma cosa.

1. La filosofía no difiere de las ciencias más que por construir un estado primitivo de la actividad científica, la filosofía es una base de la Ciencia.

2. La filosofía es una ciencia igual a las otras ciencias en conocimiento a las estructuras de sus teorías, métodos.

3. Hay una filosofía que no puede llamarse ciencia puesto que, es no más que expresión poética o concepción del mundo.

· Las ciencias y la filosofía mantienen entre sí relaciones muy complejas.

1. La relación entre la filosofía y la ciencia es de índole histórica. La filosofía ha sido y seguirá siendo la madre de las ciencias, puesto que es aquella que se ocupa del problema que luego asume la ciencia.

2. La filosofía no sólo es madre de las ciencias, es la reina en todo instante ya sea por conocer mediante el mayor grado de abstracción, ya sea por ocuparse del Ser en general, ya sea por tratar los supuestos de las ciencias.

3. La filosofía examina ciertos enunciados que la ciencia presupone, pero que no pertenecen al lenguaje de las ciencias.

Esto es propio de un vistazo y análisis de la Historia tanto de la filosofía como de las ciencias en tales, del propio grado y modo de entender la filosofía y las ciencias. En últimas, un círculo de grato vicio. Ahora en las últimas décadas se ha llegado a considerar en materia, que en Filosofía como en las ciencias, se habla de Filosofía analítica de las ciencias o Filosofía hermenéutica de las ciencias. Yo sólo sé que es menester mantenernos en que Las Ciencias son particulares en sí puesto que ambas tienen inhibidas un objetivo propio de estudio, contrario la filosofía es universalis scientiorum, puestos que es el todo, su objeto como estudio. De ahí que definamos que: philosophia est scientia omnium rerum per ultimas causas luminae ratio non comparata, vale decir, que la filosofía estudia todas las cosas desde sus causas últimas dirigida por la sola luz de la razón sin necesidad de compararse con ninguna otra ciencia existente En últimas, Mater scientiae, Regina scientiae.

Lic. Junior J. Santiago G.

Profesor de Filosofía UPEL – IPRGR.

4 comentarios:

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